¡Nada es pecado! La cultura actual nos lleva hacia este extremo. Pidámosle al Espíritu Santo podamos profundizar sobre este tema y así ser instrumentos para guiar a nuestros hijos, familiares y hasta a nuestros amigos. Abramos nuestros corazones a la gracia del perdón, la misericordia, la confesión, encontrémonos con nuestro Padre amado.